Un encantador y pintoresco pueblito español. A tan sólo 45 km de Madrid, alrededor de la Plaza Mayor el ritmo desciende sus decibeles.
Madrid tiene en toda su provincia pueblos muy pintorescos y de tanta personalidad como Chinchón. Cercano a la enorme ciudad, pero que no deja de vivir su vida de plaza mayor, de iglesias y convento. Entremedio de un paisaje ocre y marrón, se especializo en los perfumes del anís y de los ajos para condimentar sus más sabrosos platos. Su plaza da la sensación de haber sido inventada por las casas que la rodean. Debajo de sus balcones se abren soportales con tiendas y restaurantes.
Chinchón, esta regado por el rio Tajuña y se estira entre la austeridad del paramo y el valle. Supo ver pasar a los romanos, los visigodos y a los árabes, que llegaron para quedarse por tres siglos y medio. Los reyes Felipe V y Alfonso XIII le concedieron el titulo de: “La muy Noble y Leal Chinchón”. Es una ciudad de calles de tierra y piedra, angostas y laberínticas, con caserones con portones y escudos de armas en sus fachadas.
Su plaza mayor fue escenario de cada hecho festivo o trágico, ocurrido en Chinchón: desde conciertos a bailes populares, además de alguna que otra ejecución publica. Alla por el siglo XVI se llevo a cabo la primera corrida de toros, en honor de Felipe El Hermoso. El célebre Frascuelo toreo una tarde en su plaza. Todo o ocurrido, no le hiso perder la línea a Chinchón, simple de casas apretujadas. Por los sábados y domingos, es invadida de madrileños en busca de un lugar de escape. Es cuando la Plaza Mayor se llena de gente y las tascas no dan abasto.
Entre semana, la gente se cruza en sus intrincadas calles, hasta la iglesia de la Asunción, la iglesia es una enorme construcción sin torre, en una rara mezcla de estilos entre el: el gótico, barroco y renacentista. A su altar mayor, que data del siglo XVI, lo preside la Virgen de la Asunción, de Goya. El hermano del artista oficio de párroco en esta iglesia y Goya, pinto el cuadro mientras se reponía de una enfermedad.
Desde 1891, pegado a la iglesia, esta el teatro Lope de Vega; sus escenarios supieron de de importantes puestas en escena. Lope de Vega, escribió la comedia “El Blasón de los Chaves de Villalba” y, cuando el teatro se encontraba en el Palacio de los Condes de Chinchón, se estreno otra de sus obras. En un costado, la Torre del Reloj.
Hay mucho más para ver en Chinchón antes de que nos sentemos en un banco o restaurante, de esos con sus mesas vestidas con manteles rojos y blancos, al aire libre a ver el pueblo pasar. Su plaza tiene solo unos pocos bancos y arboles, pero es uno de los mejores puntos para tener una panorámica del pueblo que se extiende más alla de sus límites, de tan solo 116 kms cuadrados y, con sus calles sin trazado.
En su Plaza Mayor, Chinchón, tiene extendida el alma, la rodean construcciones de tres pisos, que lucen galerías y balcones de madera. Verde en los balcones y toldos, blanco en sus paredes. Los portones y piedras están pintados de marrones. Por allí nos encontramos la casa de Manuel Vidal, quien todas las mañanas desparrama el olor del pan recién horneado. En su interior, un festival de aromas y sabores: tortas de anís, panes rellenos de coco o almendras. En diagonal con la casa de Manuel, un clásico de Chinchón, la Alcoholera, tradicional lugar donde se venden botellas de anís, uno de sus productos típicos de Chinchón. S calidad es famosa en toda España.
Entre julio y octubre, el pueblo tiene lidia de toros, su Plaza Mayor es convertida en un ruedo taurino. El antiguo convento agustino, del siglo XV, transformado en lujoso parador, sirve, una deliciosa sopa de ajo y, entre otros manjares, cochinillo y cordero asado en un comedor de estilo castellano. Nos esta quedando la visita al castillo, donde Chinchón se parece mas a un cuento para chicos.